Con esa idea entré en el cine, con esa idea compré las palomitas y con esa idea me senté en mi butaca. Esa idea me envolvía por completo. Yo veía errores, fallos, por todas partes. El primero en el reparto. Cuando me enteré que Bradley Cooper (Resacón en Las Vegas) iba a hacer de Fénix, dios un poco más y entro en paro cardíaco. Realmente me alteré, indignación, esa es la palabra adecuada. Fénix era un mito sexual de las jóvenes contemporáneas de la serie, para mi
fue un amor platónico, y ellos van y ¡paff! eligen a un guaperas secundón para interpretarlo. No me malinterprete nadie, Bradley Cooper está de buen ver, nadie lo niega, pero no es Fénix. Luego está MA, porque no quiero ni hablar del coronel Smith, el fortachón con mala leche. Daba el pego sí, pero buff... Pero mi mayor temor estaba en Murdock, mi personaje favorito de la serie y es que no es fácil, nada fácil hacer de loco.
Así, con todas mis dudas me senté a ver como empezaba la película. No voy a decir que hace honor a la serie, pero sin duda lo intenta. Trasladando el viejo conflicto de la guerra del Vietnam hasta la guerra de Irak, la película no te da tiempo de estornudar, porque en lo que dura el parpadeo involuntario ya te has perdido una escena importante. La película funciona a pesar de no ser un calco de la serie, pero seamos sinceros, 30 años más tarde, no era factible. Y al final, el reparto se adapta a la idea, al sentimiento, Murdock no decepciona, Fenix es todo lo sexy que puede ser, M.A, a pesar de su mundo interior, reparte mandobles por pares; y a Smith le "encanta que los planes salgan bien".
Casi me da vergüenza decirlo, pero la película no me desagradó en absoluto.