Pocas son las películas de las que admito con sinceridad llorar cada vez que las veo. No quiero que en ningún momento se confunda dicho lloro con el de los/las sentimentales que lloran con el final de Titanic o E.T. Yo hablo de lágrimas de orgullo, lágrimas que surgen al sentirme identificadda con la película.
Eso pasa cada vez que veo El hombre de la máscara de hierro. Me refiero a la última versión, estrenada en 1998 y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Jeremy Irons, John Malkovich, Gerard Depardieu y Gabriel Byrne. La película nos cuenta, una vez más, la historia convertida en leyenda, rodeada de un aura de misterio del rey Luis XIV de Francia.
Realmente, es una de mis películas favoritas, no me canso de verla, a pesar de que me la sepa de memoria. Pero volviendo a mi referencia inicial, explicaré la escena a la que hago referencia, instante en que no puedo evitar que las lágrimas afloren. Se trata pues de la escena en que los tres mosqueteros, acompañados de D'Artagnan y su recién descubierto hijo salen corriendo del callejón sin salida en el que se encuentran, para enfrentarse a la muerte de cara. Corren por el pasadizo secundados por la frase "Qué magnífico valor", son alcanzados por los disparos, y aún así se mantienen en pie.
Se tata de una escena sin duda emocionante, seguida de un momento de lo más emotivo, cuando los "actuales" mosqueteros se niegan a enfrentarse a este grupo de valientes. En fin, un gran momento de una gran película. De lo más recomendable y entretenida para quienes saben apreciarla.
Eso pasa cada vez que veo El hombre de la máscara de hierro. Me refiero a la última versión, estrenada en 1998 y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Jeremy Irons, John Malkovich, Gerard Depardieu y Gabriel Byrne. La película nos cuenta, una vez más, la historia convertida en leyenda, rodeada de un aura de misterio del rey Luis XIV de Francia.
Realmente, es una de mis películas favoritas, no me canso de verla, a pesar de que me la sepa de memoria. Pero volviendo a mi referencia inicial, explicaré la escena a la que hago referencia, instante en que no puedo evitar que las lágrimas afloren. Se trata pues de la escena en que los tres mosqueteros, acompañados de D'Artagnan y su recién descubierto hijo salen corriendo del callejón sin salida en el que se encuentran, para enfrentarse a la muerte de cara. Corren por el pasadizo secundados por la frase "Qué magnífico valor", son alcanzados por los disparos, y aún así se mantienen en pie.
Se tata de una escena sin duda emocionante, seguida de un momento de lo más emotivo, cuando los "actuales" mosqueteros se niegan a enfrentarse a este grupo de valientes. En fin, un gran momento de una gran película. De lo más recomendable y entretenida para quienes saben apreciarla.
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