Toda secuela deberíaa ser una carrera de obstáculos, un más difícil todavía que replanteara los logros de la primera parte. Sabemos por experiencia cinéfila que eso no ocurre con frecuencia. Teniendo en cuenta que [REC] explotaba su originalidad hasta el infinito y más allá, sorprende gratamente que esta continuación no críe fama y se eche a dormir. [...]
Buena parte del metraje de [REC]2 pone un espejo ante los caminos paralelos que trazan nuevos personajes que entran en ese edificio infernal del Eixample barcelonés. El ingenio de esta segunda entrega reside en que Balagueró y Plaza se han esforzado en desarrollar la intrigante mitología que sugería la última secuencia de [REC], convirtiendo a los zombis en... El desarrollo esa mitología enriquece los referentes del film -del clásico El Exorcista (William Friedkin, 1973) al anticlásico El Anticristo (Alberto De Martino, 1974), pasando por los oscuros cortos de Balagueró-, y amplía los registros formales de una película que, afortunadamente, nunca acaba de tomarse en serio a sí misma (a saber, el hilarante macguffin de la muestra de sangre de la Niña de Medeiros).
Quizás podríamos reprocharles a Balagueró y Plaza no haber sacado más provecho de la multicámara del equipo de fuerzas especiales o haber abusado otra vez del recurso de la visión nocturna, pero son detalles, minucias, pecata minuta para una secuela nada perezosa, que da exactamente lo que promete: pan y circo para los fans del cine de terror entendido como uno de los grandes placeres que se viven en una sala oscura.
* Crítica hecha por Sergi Sánchez. Fotogramas nº 1.992
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